La monarquía portuguesa, con más de setecientos años de existencia, finalizó agonizando tras el alzamiento republicano del país en el mes de octubre de 1910. Con la marcha del último monarca, Manuel II, huído a Inglaterra un día antes del alzamiento, Portugal cambió el sistema político que se venía demandando desde ya hacía tiempo. Estos acontecimientos propagaron importantes divisiones en la sociedad portuguesa donde segmentos de la misma, como las poblaciones de las zonas rurales o los sindicatos, apoyaban y querían la vuelta de la monarquía. En este clima de descontento surgieron facciones antagónicas que orquestaron una resistencia que pretendía rearmarse para plantarle cara al nuevo sistema. Dentro de este marco comienza la historia que trajo un episodio de contrabando de armas a una playa de la parroquia de San Vicente de O Grove: O Carreiro.
En el mes de abril de 1912 los carabineros de Santa Uxía de Ribeira detectaron en la costa un vapor con cierto halo de misterio que levantó ciertas sospechas por su comportamiento. Los prácticos de la Isla de Sálvora quisieron acercarse a la embarcación con la finalidad de ofrecerle sus servicios pero, sorprendentemente, tuvo una reacción misteriosa, al huir mar adentro. Navegó por la costa, entrando en la ría de Marín y acercándose a varios puntos del litoral hasta que logró las condiciones idóneas para realizar la operación que estaban esperando: la descarga de armamento para las facciones monárquicas portuguesas. El punto elegido fue la playa de O Carreiro, en el entorno de las fábricas de salazón que allí trabajaban.
Desde tierra las fuerzas de seguridad fueron observando los movimientos del barco hasta que, tras solicitar diversa información, se desplazaron desde Vilagarcía hasta la zona del Carreiro. Tenemos que tener en cuenta que a principios del siglo XX esta área estaba prácticamente solitaria y el núcleo habitable se encontraba a una distancia tan considerable que propiciaba que las operaciones de contrabando se habían realizasen con total impunidad.
Con la llegada de la noche unos cuatro galeones fueron transportando el armamento hasta la playa. Con cierta celeridad, pero de forma poco cuidadosa, un grupo de personas fueron enterrando las numerosas cajas que contenían los fusiles. En varios puntos “aparecían las arenas de la playa removidas profundamente como si alguna mano revoltosa hubiera pasado por ellas haciendo excavaciones y cubriéndolas después”. Inicialmente, no les fue difícil encontrarlas porque “bastó hurgar con la punta de una bota para que apareciesen, casi a flor de tierra”. Siguieron los carabineros removiendo la arena y a los pocos minutos aparecieron nuevas cajas y después otras y otras, hasta que por último ya eran docenas las que iban descubriéndose. Algunas de ellas estaban entre las rocas y en los declives del terreno, sin más seguridad que unos cuantos puñados de tierra por encima. En menos de dos horas aparecieron 40 cajas, hasta convertirse en más de 200 al final de las tareas de búsqueda. En una de las fotografías que ilustran este artículo se puede contemplar una fábrica de salazón que debió pertenecer a un Carreró, vecino de Sanxenxo, en la que cerca de ella fueron enterradas las armas. El lugar elegido por los contrabandistas fueron los terrenos que rodeaban la fábrica de sala e incluso la misma propiedad del industrial. Se supuso que fueron más de 20 personas, posiblemente de San Vicente, las que debieron participar en la operación de contrabando. Se sabe que el transporte se hizo desde el vapor que albergaba el alijo y que el transporte desde el vapor hasta tierra se hizo mediante botes o galeones.
Tuvo tal repercusión aquel suceso en las costas de San Vicente que finalizó tratándose el incidente en el congreso. Allí, tal y como viene recogido en el libro de sesiones, se puede comprobar como el Marqués de “Vilanova i la Geltrú” denuncia la situación ante el Ministro de la Gobernación.
Todo el alijo fue requisado y los portugueses quedaron sin las tan ansiadas armas para dar comienzo a recuperación de la monarquía.
Francisco Meis Durán, Investigador da Historia local grovense